Cómo se supone…

Había silencios mientras hablábamos
y entre ellos podía palpar sutilmente
la alegría y la tristeza que compartimos.

La tristeza del cansancio de la soledad,
de las cosas que no sabíamos decirnos,
y la simple alegría de poder estar juntos.

Y tan sólo me mirabas durante un rato,
fijamente,
para sonreír largamente y sólo decir:
“Sí”.

Y yo me ofuscaba, y rebuscaba en mi memoria
una explicación, un recuerdo lejano que pudiera
aclararme cómo se supone que me debería sentir,

cómo se supone que se sienten los niños tristes
incapaces de dar abrazos, amantes de una verdad
soñada que se desliza entre las mentiras del mundo,
cuando esas mentiras pronuncian tu nombre y se acercan
a ti,
ser que sonríeverdad que asiente.

27 de Mayo 2014